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jueves, 19 de diciembre de 2013

¿Por Qué a Veces las Cosas se nos Complican y Pareciera que no Hay Forma de que Salgamos de Ellas? Parte 2



La segunda razón por la cual las cosas se nos complican y pareciera que no hay forma de que salgamos de ellas es porque hay algo que debemos aprender.
Es importante que esté consiente de que si ha hecho todo lo posible por solucionar una situación, si ha hecho todo lo posible por crecer en esa situación y crear algo diferente y no ve resultados, puede muy bien ser que usted esté en necesidad de aprender una lección.
Usualmente las lecciones son para darle espacio al alma y disminuir el ego. Quizá su lección es la de la humildad, la de aprender a recibir, la de flexibilizarse, la de la generosidad, y enfocarse en lo que realmente importa… Muchas veces pedimos por algo específico, pero no estamos dispuestos a permitir que nuestra oración sea respondida ni estamos dispuestos a cambiar nuestros hábitos, y costumbres para acomodar y poder recibir aquello por lo cual pedimos. Decimos inmediatamente “no”, cuando una pequeña luz se enciende, y no estamos dispuestos a decir “si”, a menos que la lista de cien requisitos que queremos sean cumplidos a cabalidad y sin equivocación.
Cuando pedimos y buscamos un resultado, una solución, debemos estar preparados a cambiar, pues lo nuevo trae cambio.
Si esta es su situación sería muy valioso si usted se hace las siguientes preguntas:
  • ¿Cuál es la lección que debo aprender, para poder aceptar la solución a esta situación?
  • ¿Qué energía, espacio y conciencia, necesita mi cuerpo y yo, para permitir una solución inmediata para esta situación, de acuerdo a la evolución de mi alma y la voluntad de Dios para mi?
  • ¿En qué espacios, lugares y conciencia me tengo que estirar y permitirme crecer para acomodar este cambio que pido?
Mucha gente se queja de que sus oraciones no son respondidas, pero la realidad es que toda oración es respondida, pero somos nosotros los que no estamos dispuestos a prepararnos para recibir la respuesta. Cuando pedimos y estamos dispuestos a aceptar aquello por lo que pedimos, es muy posible que la magnitud de lo que viene es aún mayor de lo que creíamos, y si no estamos listos, no vamos a poder sostener en nosotros mismos la respuesta de nuestra petición.
Entonces, quizá su lección para poder ser grande y estar listo a recibir un cambio en sus circunstancias o en la situación en la que se encuentra sin ver la salida, sea la de dejar de ser negativo y pesimista. Quizá su lección sea la de la humildad, o el aprender a espera en paciencia y amor. O la de ayudar a los demás aún en medio de su propia pena, o aprender a caminar a pesar del miedo.
Usted sabe cuál es su lección y si no lo sabe, entre en oración y pregúntese:
  • ¿Quién soy?
  • ¿Qué debo aprender de esta etapa de espera, de esta frustración, de esta desesperación por encontrar una respuesta? Enséñame, enséñame Padre…
Cuando empieza a abrirse y a practicar su lección, le garantizo que las cosas empezarán a cambiar, o más bien: usted empieza a cambiar y por ende los cambios y las oportunidades pueden llegar a usted.

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